¿Cuándo sientes estrés notas un agujero en el estómago?, ¿necesitas comer cosas dulces aunque sabes que son poco saludables?
Cuando trabajaba en el estudio de diseño tenía mucho estrés y ansiedad. Se había convertido en habitual que tuviera dolores de estómago, acidez y malas digestiones.
En parte, era por los nervios que en mi caso, mi punto débil es el estómago. Y, en parte, porque me pasaba el día comiendo. Tenía un cajón con galletas, palitos de pan, tortitas de arroz o maíz,… y muchas tardes acababa comprando alguna chocolatina la máquina de vending…
¿El estrés provoca que tenga más hambre?
El Cortisol es una de las hormonas asociadas a los ritmos de sueño y vigilia. Durante el día, de forma natural, los niveles de cortisol fluctúan. Los altos niveles de cortisol de las mañanas nos ayuda a despertar.
Cuando nos sentimos estresados el Cortisol convierte el azúcar y la grasa en energía para hacer frente a la situación.
El cortisol tiene una función que es la de ponernos en alerta, cosa que en nuestros antepasados tenía una razón simple: huir cuando detectaban peligro. Cuando se segrega cortisol, el cuerpo lo que hace es paralizar ciertos procesos del organismo para dar prioridad a ese estado de alarma que permite ponernos en marcha. El cuerpo pasa a poner en marcha sistemas de quema de energía que tenemos almacenados.
Esto puede hacernos pensar que es genial para perder peso pero lo cierto es que, en la sociedad que vivimos y con el ritmo de vida que llevamos, este estrés se vuelve crónico y ante esta situación de desregularización afecta en el aumento del deseo de comer, especialmente carbohidratos.
¿Cómo para satisfacer el hambre emocional?
En la literatura científica, la alimentación emocional (AE) hace referencia a una estrategia de regulación emocional no adaptativa que implica una conducta de ingesta, en ausencia de hambre, como respuesta a la experimentación de un estado emocional negativo con el objetivo de reducir dicha emoción (van Strien et al., 1986).
El hambre emocional se debe a la ansiedad que nos hace comer, no porque se tenga hambre, sino como estrategia para gestionar estrés, ansiedad y tristeza, y a veces también por aburrimiento.
Esta tipo de hambre se caracteriza por sentir una gran necesidad de comer de forma impulsiva e incontrolada con la intención, en mayor parte inconsciente, de satisfacer el conflicto emocional no resuelto.
¿Por qué comemos sin hambre?
La conducta de ingesta está regulada por dos mecanismos, uno que nos motiva a comer y otro que inhibe la ingesta de alimentos. Son procesos que dependen en gran parte del nivel de glucosa en sangre a corto plazo, y del tejido adiposo en el largo, aunque también influyen otros factores externos como veremos a continuación.
Cuando la jornada se nos hace cuesta arriba, y nos sentimos irritados y agotados por el estrés, es fácil caer en la tentación de darnos un “premio”, que muchas veces consiste en alimentos altos en calorías, ricos en grasas saturadas y azúcares.
En situaciones prolongadas de estrés la hormona grelina se ve alterada, aumentando nuestro apetito. Por otra parte, comer puede acabar siendo una forma de aplacar situaciones de nervios, ansiedad o angustia, con la que evadirnos del estado en el que nos encontramos.
Así pasamos del comer por tener ansiedad a la ansiedad por comer, utilizando los alimentos como calmantes y perdiendo el control de su ingesta.
El estrés tiene causas emocionales que van más allá del propio suceso, y las formas como enfrentamos esas emociones que nos resultan incómodas o dolorosas, pueden ser defensivas, creando estrategias evitativas.
La comida es una forma de buscar la compensación por estas emociones difíciles, que pueden convertirse en hábitos pocos saludables, y que a la larga conllevan más ansiedad y estrés. A esto se le conoce como el círculo de estrés. Encontrar las causas, pero sobretodo tener nuevas estrategias, más funcionales, más saludables es la forma de poder salir de este círculo.
Te invito a que pongas en práctica estos consejos, y si necesitas más información o ayuda ponte en contacto conmigo, a través de mi mail hola@merchemoriana.com.
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